Hay formas que primero se imaginan y después se descubren en las manos.
Solo entonces existen de verdad.
En el taller, ese segundo nacimiento es el que más nos importa.
Llevamos seis años enfrentando ese momento:
Cuando lo intangible se puede tocar.
Cuando lo incierto se consolida con el fuego.
Cuando la materia nos revela su historia.
Creemos que cada pieza es un espejo del que la crea.
Si hay prisa, se nota. Si hay duda, también.
La cerámica registra todo: la atención, la técnica, la paciencia.
Moldeamos con lo que somos.
Y cada pieza, al salir, encuentra a quien la entiende.